Clientelismo político y electoral

0
5157

Compra de votos

La definición del concepto de clientelismo político puede ser un fenómeno netamente político y de gobierno, que describe un tipo de relación entre gobernantes o funcionarios de gobierno, de un lado, y personas o grupos civiles, del otro. La esencia del clientelismo radica en un intercambio de favores entre gobernantes y personas o grupos de ellas —dentro de una relación de mutuo beneficio.

Las personas y grupos obtienen del gobierno tratamientos excepcionales, como favores, concesiones, privilegios y exenciones que les representan un provecho propio —como, por ejemplo, ingresos extras a empresas por la prohibición de exportaciones.

El gobierno, por su lado, obtiene un beneficio recíproco a cambio del favor concedido, típicamente apoyo con votos en tiempos electorales, o cualquier otro apoyo para mantenerse en el poder —como autocensura en los medios cuando son concesión gubernamental.

El clientelismo, por tanto, describe un arreglo de intercambios: «si me das eso, te doy esto», en una transacción en la que ambos ganan apoyándose mutuamente.

La naturaleza del clientelismo es claramente informal —está fuera de todo protocolo oficial, de todo formalismo y se basa en acuerdos verbales. El clientelismo necesita a dos personales, el llamado patrón y su cliente. El patrón es un gobernante o grupo de ellos, que tienen el poder, los recursos y la capacidad para dar un tratamiento privilegiado al otro personaje, el cliente —quien promete al patrón respaldo y soporte.

El clientelismo es más probable y está más extendido en los regímenes en los que los gobiernos tienen más funciones y poderes: cuanto más poder posea una autoridad política más tendrá como material de intercambio.

Un caso concreto de clientelismo es el de la compra de votos: se otorgan privilegios y se dan bienes o servicios a cambio de votos, lo que muestra una asimetría de poder entre el patrón y el cliente. El patrón tiene más poder y más facultades que el cliente, el que tiene una posición subordinada pero necesaria para los fines del patrón.

Entre el patrón y los clientes muchas veces existe un personaje adicional, el intermediario entre ambos. Por ejemplo, un líder sindical que a cambio de un privilegio como el no permitir disidencia en su sindicato negocia los votos de sus agremiados en las próximas elecciones.

El arreglo de intercambios de favores mutuos está asociado con corrupción gubernamental. Es claro que el gobernante en estos casos está usando recursos, fondos y poder político para un provecho personal o partidista.

El clientelismo va en contra de la idea de que los gobernantes han sido elegidos para trabajar en beneficio general y no particular -mucho menos para usar recursos públicos para fines propios-.

Entonces, ya puede verse que en esa relación de beneficio mutuo entre patrones y clientes se ha dejado fuera al resto de las personas. El clientelismo como una forma de organización política tiene, por tanto, un gran daño general producido por el beneficio mutuo entre patrones y clientes.

El clientelismo puede estar presente en programas gubernamentales de ayuda a segmentos pobres y marginados —un riesgo siempre presente que hace pensar a esas personas que dichos programas solo podrán mantenerse si votan por el gobierno que los creó. Esta idea puede ser aprovechada con buenos resultados durante períodos electorales. Apuntes a tomar en cuenta sobre todo en esta época electoral. Hasta mañana mis lectores de Primera.

 

LEAVE A REPLY

Please enter your comment!
Please enter your name here