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Mientras su primer vicepresidente y ex ministro de Transportes y Comunicaciones Martín Vizcarra es vapuleado y apedreado en la plaza pública -metafóricamente hablando- por el escándalo del contrato y la adenda de el aeropuerto de Chinchero, el presidente Pedro Pablo Kuczynski puso tierra de por medio y se alejó de las criticas y de la responsabilidad de dar la cara a los cuestionamientos, para irse a la transmisión de mando en Ecuador.
Vizcarra sin poder meter la cabeza bajo la tierra, pues como primer vicepresidente está a cargo del despacho presidencial, no tiene descanso mediático, sobre todo por las repreguntas pendientes, ante su responsabilidad por los escandalosos esfuerzos de intentar sacar adelante un contrato (Aeropuerto de Chinchero) y una adenda dolosa y perjudicial para el país.
Desde que tomamos conocimiento del proyecto de construcción del aeropuerto de Chinchero levantamos nuestra voz de alerta para mencionar que detrás de él habían muchos interesados ocultos sobándose las manos ansiosamente para hacerse de ese negocio. El tiempo nos ha dado nuevamente la razón, pues la Contraloría y la oposición en el Congreso de la República le han puesto el pare a un contrato dañino para el país.
En lo de Chinchero lo que primó fue el lobbismo, el amiguismo, el compadrazgo y los negocios ocultos. Les querían regalar un jugoso negocio de 40 años. Este Gobierno pudo declarar su caducidad o su resolución, pero no quiso, más bien cambiaron algunos términos y, respondiendo a presiones e intereses, decidieron seguir adelante. Todo eso son aquí y en la China practicas de lobbismo puro. Así de claro.
Parece que el señor Kuczynski no se ha dado cuenta de que es presidente de la República y que primero están el país, los ciudadanos, el Estado, y después sus amigos. Tiene el mismo esquema y los mismos actores de parte del Estado, que estuvieron en lo de Odebrecht, así que no es difícil pensar que la corrupción continua vivita y coleando en la cima del poder.
Si hubiesen querido alguna modificación favorable a los intereses del Perú, hubieran colocado la cláusula anticorrupción y negociado un menor término (de concesión), pues 40 años es un exceso, ya que la ley habla de 30 años renovables. Le iban a dar 40 años cuando Perú pone el 85% de la inversión, y antes solo colocaba el 18%. Es el más puro de los entreguismos que se conocen en los últimos tiempos en el Perú.
Durante la ceremonia de la firma de la adenda, el presidente calificó de “loquitos” a los que cuestionaron la obra y les recomendó que “se tomen una pastilla”. Ahora las pastillas se las la debe estar tomando él.
Ahora se entiende el apuro por poner la primera piedra. Esa fue es la quinta primera piedra que le colocan a Chinchero. Lo que querían no era poner la primera piedra, sino comenzar a soltarle la plata al concesionario.
PPK aprovechó la invitación a la asunción al mando del presidente ecuatoriano Lenín Moreno para sacarle el cuerpo al temporal político que remece el escenario nacional a raíz de la renuncia obligada de su ministro de Transportes y Comunicaciones Martín Vizcarra, cuando bien pudo enviar a su ministro de relaciones Exteriores Ricardo Luna quien estaría acompañado por el embajador de Perú en Ecuador, Hugo Otero. Presencia suficiente para un acto meramente diplomático. Prefirió alejarse y dejarle la papa caliente a su chamuscado primer vicepresidente, otorgándole diplomáticamente su voto de confianza a la distancia. En política este tipo de gesto a veces significa lo contrario, en este caso podría ser tomado como un llamado a la reflexión para propiciar motu proprio su renuncia a la vicepresidencia. Hasta mañana mis amigos de Primera.
